Es una gran bendición tener agua limpia y potable: Eulalia González
Después de 13 años de espera



Como una mujer de rancho pero con muchos deseos de superación, así se describe Eulalia González Ramos, vecina de la colonia Paso del Molino quien después de 13 años de espera ha visto consolidado uno de sus mayores sueños: tener agua potable en su hogar.
Y es que, lo que para algunos es cotidiano o normal, para doña Eulalia es una gran bendición y un acontecimiento que aún no logra asimilar, el contar con el vital líquido en su hogar ha sido una de las mejores experiencias de su vida.
“Desde chica aprendí a lavar en los ríos, por eso cuando me vine a vivir a esta colonia era hasta un lujo, porque al menos ya tenía el río Cuale cerca y aunque sabíamos que el agua estaba contaminada, nos hicimos a la idea de que así sería por siempre, jamás me imaginé que esto cambiaría” comentó.
Fue exactamente el 25 de marzo cuando su vida dio un giro de 360 grados, su vecina y amiga Maribel tocó la puerta de su casa para invitarla a un festival organizado por Seapal Vallarta, en donde celebrarían la introducción del servicio de agua potable en Paso Ancho, Paso del Molino y Paso del Guayabo.
“Ya me había dicho mi amiga que los de Seapal estaban trabajando aquí pero se me hizo increíble, ya cuando me dijo ese día -vente ya va a empezar la fiesta- ahí bajamos y para nuestra sorpresa había pastel, bailable, toda una fiesta, no me lo podía creer” expresó.
Al poco tiempo, Doña Eulalia acudió con su esposo a las oficinas centrales del organismo para entregar documentación en donde narra que fue atendida amablemente por el personal del mismo, además de encontrar flexibilidad en el pago de la contratación, lo que incrementó la felicidad en su hogar.
Luego de cuatro meses, nos platica que despierta todas las mañanas en su casa que construyó junto con su esposo a base de trabajo y esfuerzo, con la plena tranquilidad, comodidad y seguridad de que sólo basta abrir una llave para recibir lo que llama una gran bendición, agua limpia y potable.
“Mi amiga Maribel y yo bajábamos diario a lavar al río, una lavaba un poco y la otra cuidaba, de repente venía la creciente y nos salíamos rápido con todo y ropa porque si te agarra la creciente ya no regresas, luego veníamos cargando la ropa para tenderla en nuestras casas, era totalmente diferente a ahorita, de verdad no puedo creer que tenga agua en mi casa, claro que el agua me cambió la vida” concluyó.










