“Antes sufríamos, hoy solo abrimos la llave y sale agua”: Rosa Juárez





- Beneficiaria e impulsora de la llegada del agua potable a la zona de los pasos, agradece a Seapal y César Abarca por cumplir su promesa.
Aunque le rodea un entorno privilegiado a las faldas de la montaña, aderezado con el imponente sonido que produce el Río Cuale a escasos metros de su hogar, la Sra. Rosa Juárez, como muchas mujeres de la zona de Los Pasos, batallaron durante años por brindarle a su familia una vida digna sin los servicios básicos.
Y es que para Rosita y sus seres queridos, era difícil imaginar que el ranchito dónde se asentaron hace cuarenta años, carente de agua y luz, un día se vería bendecido con la llegada del vital recurso, toda vez que -relata- habíamos tocamos puertas doce años atrás, sin que nos dieran respuesta.
“Cada cambio de administración íbamos y veníamos, un día nos dijeron que no era posible porque solo éramos seis o siete casas, pero no perdimos la esperanza y como dice el dicho, la unión hace la fuerza; cuando ya nos dijeron que sí nos pondrían el agua, la gente ya no creía, ya que durante ese tiempo, hubo muchas promesas sin cumplir”, agrega.
Indicó que fue a partir de una serie de reuniones con el director del organismo, César Abarca Gutiérrez, que los vecinos comenzaron a creer que era posible y que los días en que acarreaban agua con cubetas desde el Río Cuale y recolectaban el agua de la lluvia, podrían quedar atrás.
“Lavábamos la ropa y trastes en el río, con la ayuda de mis hijos traíamos el agua a casa y disponíamos solo de dos cubetas para bañarlos y mandarlos al escuela, pero cuando estaba sucio y era época de secas, ya no teníamos de donde obtenerla, nosotros si sufríamos”, relata.
Tras la apertura de la llave que puso fin a cuatro décadas de rezago en Paso Ancho, Paso del Molino y Paso del Guayabo, doña Rosa manifiesta que ya no sufren más, “hoy ya es fácil, ya no es lo mismo que antes, solo abrimos la llave te metes y te bañas; mis hijos dicen que está bien que ya tengamos agua, yo les digo: cuídenla, así como a nosotros nos hizo falta, hay quienes están pasando lo mismo en otras partes”.
La habitante de la calle Felipe Ángeles, en Paso Ancho, fue una de las principales impulsoras y gestoras ante Seapal Vallarta para la llegada del vital líquido y se declara contenta y orgullosa por este logro que ha beneficiado a más de 2 mil personas.
“Para mí es muy importante (tener agua), ya hay más ropa que lavar, mis niños (nietos) y yo estamos felices porque van a crecer con agua”, relató la madre de Rosa Elba, Ramona, Obdulia, Alma Rosa, Roberto y abuela de Cinthia Daniela y Katia Guadalupe.
Antes de despedirse para continuar con sus labores diarias en el hogar, rodeada de sus seres queridos, doña Rosita abandona el semblante nostálgico, por una sonrisa para brindar unas palabras a César Abarca, “hizo mucho por nosotros y nos cumplió. Gracias a él y a todos los de Seapal tenemos agua. Mucha salud para él de mi parte, estoy muy agradecida” culminó.