Rosalina Díaz, ejemplo de honestidad e integridad en la familia Seapal



Corría el año de 1980, el Sistema de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado tenía sus oficinas en la colonia 5 de diciembre, en las cuales entró a laborar una mujer bajita de estatura y sonrisa amplia con muchas ganas de superación y que reunía los valores necesarios para desempeñarse en el área de contraloría.
Así comenzó a escribir su historia en Seapal Rosalina Díaz López, la cual tuvo una breve interrupción en 1982, año en el que toma la decisión de renunciar al trabajo que le apasionaba por la necesidad de estar más cercana a su familia, sin embargo, no estuvo mucho tiempo alejada, es en 1986, año del mundial en México, cuando en un acuerdo familiar, decide regresar al sistema operador del agua para no volverse a ir nunca más.
Son 28 años de trabajo ininterrumpido como Jefa de Sección de la contraloría interna, en la que siempre la han caracterizado su honestidad, confianza, integridad y discreción, valores indispensables para desempeñar su trabajo, además de ser una característica muy particular su saludo, pues toda persona que se dirige a ella, preguntándole cómo estás?, recibe la mejor respuesta que transmite e identifica su personalidad, Rosalina siempre contesta: “Feliz de haber nacido”.
Así, viviendo con pasión la vida, desempeñando su trabajo con compromiso y dedicación, sintiéndose orgullosa de ser parte de la familia Seapal Vallarta y enamorada de sus hijos y esposo, Rosalina ve en cada día la oportunidad de ser mejor en su trabajo y como persona.
Con el paso de los años, la colaboradora del sistema considera que ha crecido profesionalmente a la par del organismo en donde todo era diferente a su ingreso, desde las instalaciones del mismo, hasta las herramientas que se utilizan en la actualidad y que ahora –dijo- facilitan sus tareas.
“Cuando entré hace 28 años al sistema, estábamos en una casa ubicada en el centro y todos los trámites los realizábamos a mano, desde las cuentas por cobrar a los usuarios, la facturación, recepción de documentos, todo era con nuestro puño y letra, un día nos llevaron las máquinas de escribir, que con el tiempo se sustituyeron por las eléctricas. Así pasó el tiempo y todo era novedad tras novedad, cuando llegamos al edificio nuevo donde actualmente estamos, nos encontramos con un mundo de máquinas; me dio mucho miedo, no creía poder manejarlas” recordó.
Así, con el paso de los años, la Jefa de Sección no sólo se adaptó a las novedosas formas de trabajo, sino que logró formar parte de una institución que la ha acogido y la ha distinguido como un pilar fundamental en el desarrollo del mismo.